Una oportunidad para mejorar la evaluación online

La andanza por los proyectos de Pathways nos ofrece distintas formas de mejorar como oradores y como líderes. Según el caso, podemos enfocar nuestro discurso a una situación laboral, en un proyecto personal o en nuestro club Toastmasters. Este abanico de posibilidades se me presentó con el primer discurso del Nivel 3 de mi camino “Planificación Innovadora”, proyecto que se titula “Presentar una propuesta”.

Decidí realizar una propuesta para abordar alguna necesidad que tuviésemos en el club, y lo cierto es que la pandemia COVID-19 nos ha traído muchos cambios a las sesiones junto con la necesidad de utilizar nuevos recursos. Uno de esos cambios es la forma de evaluar a los oradores: hemos sustituido el papel por los correos electrónicos, los formularios, el chat de Zoom, e incluso WhatsApp. Entre tanta posibilidad, surgió la necesidad: crear un formulario de evaluación online para nuestro club. Este formulario cumpliría lo siguientes requisitos:

    1. Fácil, rápido de usar y con una estructura común.
    2. Garantizar la privacidad de las evaluaciones que se envían a los oradores.
    3. No tener dependencia tecnológica de desarrollos a medida.

La propuesta

Esta propuesta comenzó en junio de 2020 y ha finalizado, con éxito, este pasado mes de octubre. El formulario ha sido desarrollado en la aplicación Google Forms de forma gratuita y está disponible aquí.

Para completar este proyecto se ha creado un breve vídeo tutorial explicando los pasos a seguir para utilizarlo y los campos que son necesarios rellenar.

La realización de este proyecto ha sido fruto del trabajo en equipo. Agradezco a mis principales colaboradores el esfuerzo para hacerlo posible.

  • Mi colaborador más estrecho, Antonio Gabriel González (oficial de Asamblea). Nos está haciendo el mundo online de Toastmasters tan práctico y agradable como el presencial con sus virtudes de informático. Ha hecho la configuración del formulario y el montaje del video tutorial.
  • Antonio Quirós, presidente del club. Veía clara la necesidad de un formulario desde el principio de las sesiones online y ha explorado las distintas opciones para hacerlo viable.
  • Ángel Custodio, vicepresidente de Educación del club. Me proporcionó un interesante listado de puntos a evaluar, pues antes de su papel de VPE ya pensaba en mejorar la metodología de evaluación de discursos.
  • Claudia Villareal, directora de la división F. Me puso en contacto con distintos clubes Toastmasters para que me proporcionasen información sobre su metodología de evaluación.

Además, otros socios también se ofrecieron a colaborar en este proyecto.

¡Qué gran equipo!

Espero que este formulario de evaluación sea un recurso muy útil para la comunidad Toastmasters.

Desarrollo de la propuesta

Para aquellos que quieran saber más, os contaré cómo fue la propuesta.

En el club Toastmasters Sevilla hemos estado utilizando el correo electrónico como principal forma de evaluación de discursos en las sesiones online. ¿Por qué esta metodología era susceptible de mejorarse (afirmación de la necesidad) ?

  • Evaluación sin una estructura común.
  • Tiempo invertido en escribirlo.

Pensando en las posibles soluciones, decidí llevar a cabo una investigación  sobre cómo otros clubes estaban abordando las evaluaciones online. Los clubes encuestados fueron TM Málaga, TM Marbella, TM Sagrada Familia y TM Asturias. Estos clubes proponían una metodología de evaluación con las siguientes características:

  • Estructura de evaluación común sencilla: aspectos a destacar, aspectos a mejorar y retos.
  • Canal de evaluación: chat de Zoom o Formularios de Google (con diferentes variantes de configuración).

Después de analizar las metodologías de evaluación anteriores propuse la siguiente solución (descripción de la propuesta): Crear un formulario de evaluación en la página web de nuestro club con una estructura sencilla. Como parte de toda propuesta, presenté las ventajas e inconvenientes de la solución.

A continuación, hice un análisis de las necesidades para llevarla a cabo: equipo, recursos y plan de trabajo.

Finalmente, presenté la visión de futuro: el resultado es un formulario de evaluación online sencillo, rápido de usar y con una estructura común que permite obtener un feedback uniforme.

Esta fue la propuesta que presenté en junio de este año y que ha dado lugar al formulario que describí al principio de esta entrada. El resultado final es una variante de la propuesta presentada, pues es la opción que mejor se ajustaba a nuestros recursos y que ha resultado ser muy fácil de implementar. Así como en los proyectos Agile, donde los requisitos son cambiantes y la flexibilidad es una de las cualidades fundamentales, hemos conseguido obtener un gran resultado.

Luna Moreno Díaz

Es miembro de Toastmasters Sevilla desde Abril de 2019

El liderazgo y el consenso

Cuenta una antigua parábola, procedente de la India, que varios sabios viejos ciegos querían saber cómo era un elefante realmente. Para ello decidieron tocarlo cada uno con sus manos, para posteriormente llegar a una conclusión acerca del elefante.

El primer monje abrazó entre sus manos una pierna del elefante, el segundo monje acarició la oreja del elefante, el tercero tiró de la trompa del elefante y el cuarto monje tuvo en sus manos un colmillo. Posteriormente debatieron cómo era un elefante, pero para el primero el elefante era como un pilar, para el segundo el elefante se parecía a un abanico, para el tercero era como una cuerda y para el último era un tubo rígido. Los monjes debatieron y debatieron, pero nunca llegaron a un acuerdo porque, aunque eran sabios, desconocían que cada uno de ellos era parte de la solución, sino que creían que la verdad absoluta, la solución, coincidía exclusivamente con su punto de vista o pensamiento.

¿En cuántas reuniones de trabajo, personales, conversaciones con tus seres más queridos piensas que tienes sólo tú la razón y tu punto de vista es el único válido?

Llevando el consenso a la práctica

En la sesión del club Toastmasters de Sevilla del pasado miércoles 28 de Octubre , dentro de mi proyecto de nivel 3 de mi Pathways Coaching Eficaz, preparamos una dinámica de grupo para poner en práctica el consenso.
La definición del consenso según la definición de la Real Academia de la Lengua España, es: «el acuerdo producido por el consentimiento entre todos los miembros del grupo o entre varios grupos». En este punto, quiero concretar, que es inevitable que exista algún beneplácito de alguien, pero nunca debe ser importante. En caso de que las concesiones sean importantes ya no sería consenso, podríamos llamarlo mutuo acuerdo o mayoría absoluta que es lo que se conoce como votación.

Si ya existen técnicas para llegar a un acuerdo, ¿por qué buscar el consenso? Porque se cuenta con el compromiso de todos los interesados en cuanto a la decisión que se toma y se contará con la posterior colaboración de la totalidad de los miembros. Con el fin de obtener una solución basada en el acuerdo, esto es, el consenso va más allá del concepto de mayoría. Reemplaza el liderazgo tradicional por el poder y la responsabilidad compartidos por todos los participantes del grupo.

La situación dinámica propuesta a los socios del club (Anabel, Andri, Antonio y Antonio Gabriel, sin olvidar la inestimable ayuda de la controladora del tiempo, Ana) era la siguiente:

“Imagina que tu casa, se va a inundar en menos de 20 minutos, y aunque tienes ocho posesiones para salvar, sólo podrás salvar dos cosas, sólo si todos los participantes están en consenso. ¿Qué dos cosas salvarías?”

Técnicas para el consenso

Aunque no existe una técnica especial, sí os quiero recomendar qué tuve en cuenta para guiar al grupo hacia el consenso:

  • Proponer las normas: cuándo podrían hablar, respetar el tiempo y el turno de los demás. Avisarles de que, si no cumplían las normas, podría cerrar el micrófono y en caso necesario invitarlos a salir del debate.
  • Crear un ambiente fluido y conexión entre todos los participantes. Para ello, les agradecí ser yo la persona que los iba a guiar en el consenso. Por otra parte, para crear un vínculo en la apertura, lanzar una pregunta sobre su estado anímico.
  • Todos los miembros deben de participar, además es aconsejable cambiar el orden de intervención.
  • Buscar el enfoque adecuado para conseguir unidad y consenso. Para eso, en lugar de empezar preguntando qué cosa salvaría, preguntar por el motivo de la elección del artículo. Conocidos todos los motivos y razones, buscar el criterio común entre todos, para finalmente, seleccionar los objetos.
  • Preocuparte por los participantes. Por ejemplo, si no escuchas a alguien, pedirle que hable o preguntarle qué ocurriría en caso de que la elección no fuera de su agrado.
  • En ningún caso presentar las propuestas por el nombre del participante, sino despersonalizarlas cuando sea posible.
  • Dirigir al grupo hacia caminos de debate bajo la propia zona de influencia. No hacia temas en los que los participantes no tienen poder de acción o decisión.
  • Buscar sin fin de los puntos de acuerdo, incluso en el menos favorable de los casos podemos expresar que estamos todos en desacuerdo.

En resumen

¿Qué habilidades de liderazgo aprendemos a desarrollar en cuanto somos parte activa del consenso?
En el consenso, al no existir dos bandos, dos polos, por un lado, los ganadores y en la otra parte de los vencidos, afloran las siguientes capacidades:

  • Empatizar, ya que tienes que realizar mayores esfuerzos por conocer los puntos de vista de los demás.
  • Escucha activa, no estás pendiente de qué tienes que responder para defender tu opinión, sino que estás atento al punto de vista de los demás.
  • Transparencia, poniendo en todo momento toda tu información para que sea tenida en cuenta.

La siguiente ocasión que participes en una reunión, en un debate, en una conversación para tomar una decisión, y observas que:

  1. No se pide la opinión de todos los involucrados.
  2. Los planes de acción de dicha reunión sean tareas que te son asignadas y no se te explica la finalidad de dicha tarea.
  3. Veas la reunión como un campo de batalla donde identifiques claramente a los vencidos y en frente a los ganadores.

Piensa que estarás como aquellos sabios monjes ciegos que intentan llegar a una solución común de cómo es un elefante. Aunque se consiga un acuerdo, será porque hay concesiones de todas las partes, lo que implicará, que la solución no estará apoyada por todos.

Ángel Martos López Orpez
Es miembro de Toastmasters Sevilla desde octubre de 2018

Celebrando con los amigos mexicanos

Las sesiones virtuales, consecuencia de la pandemia, están siendo una gran oportunidad para estrechar lazos con compañeros de otros clubes. No es noticia nuestra estrecha relación con nuestros amigos mexicanos del club Toastmasters Nueva Era de Veracruz, con visitas aquí y allá.

Con origen en una idea, que surgió como otras muchas de forma inesperada, los equipos de oficiales de nuestro club y nuestros amigos mexicanos nos planteamos:
¿Y si hacemos una sesión conjunta de los dos clubes?

Como casi todo, parecía fácil. La tecnología, la experiencia de meses en su uso y la voluntad de las partes ayudaba. Pero como los que nos dedicamos a los proyectos sabemos, una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica. Es decir una cosa es decir y otro es hacer. En ellos tuvimos a dos grandes líderes en cada parte del Atlántico: Ángel Martos y Paul Mora.

La fecha de la sesión era muy significativa de la entrañable relación entre los dos países. El 16 de Septiembre, día de la fiesta nacional de México, se recuerda el grito de Dolores, que inició la independencia de lo que entonces era Nueva España y posteriormente sería el país de México.

¿Cómo fue la sesión?

La sesión fue liderada por Monserrat Aburto, tesorera del club de Veracruz, que iba ataviada con un precioso traje típico mexicano y fue dando pequeñas  notas relacionadas con la temática durante toda la sesión.  Contó con una entretenida dinámica titulada «La Respuesta Correcta» que versó sobre datos históricos de la independencia de México, dirigida por Ernesto Mora (VP RRPP de Nueva Era). Éste es un elemento novedoso para nuestro club y todo un hallazgo que, quizá, incorporemos un nuestras próximas sesiones, gracias a nuestros amigos mexicanos.

Posteriormente, presentaron discursos preparados en las que nos combinamos participantes de ambos clubes. Fátima Santos quien fue evaluada por Nashely Osorio, Rafael León siendo evaluado por Bruno Mora y Kevin Hernández, evaluado por Luna Moreno. La evaluación general estuvo a cargo de nuestro presidente Antonio Quirós, apoyado por Gabino Gómez como Cronometrador, Marta Toribio como Evaluadora gramatical y Penélope Serrano como Evaluadora del lenguaje no verbal.

Muy singular fue la sección de Discursos improvisados, los cuales giraron alrededor de las cartas de lotería mexicana. Natalia Garibay llevó esa parte que fue un simpático descubrimiento para la mayoría de españoles que participábamos en la sesión.

En resumen: fue una gran sesión y una hermosa experiencia. Una magnífica ocasión de conocer algo más sobre la historia y la cultura del país hermano de México. Y todo ello usando nuestra lengua común: el español. Hubo palabras que sonaron chocantes, parecían extravagantes o eran desconocidas para unos u otros. O simplemente uso de construcciones insólitas, ancladas, quizá, en un pasado lejano.

Tras esta experiencia con nuestros amigos de Toastmasters Nueva Era nos ha quedado muy claro que Toastmasters no es solo «donde se hacen los líderes» sino también «donde se forjan amistades», aun con un océano de por medio.

Cómo hacer cosas con palabras

El lenguaje que todos utilizamos en nuestra comunicación diaria con los demás es una herramienta que ha ido puliéndose con el paso del tiempo, hasta convertirse en un instrumento capaz de lograr los más diversos fines. Tradicionalmente, los estudiosos de la lengua abogaban por lo que se conoce como el verificacionalismo, es decir, la valoración de aquellas expresiones que describen un estado de cosas o un hecho y que poseen por tanto la “virtud” de ser verdaderas o falsas. En este post veremos cómo es posible manejar la herramienta del lenguaje para “cubrirse de gloria” en los discursos.

Más allá de la verdad o de la falsedad

«How to Do Things with Words» (1962) es una obra póstuma del filósofo del lenguaje John Austin, cuya revalorización del lenguaje corriente le llevó a desarrollar una de las líneas de investigación lingüística más importantes dentro del pensamiento contemporáneo. Austin estudió y enseñó en Oxford, donde llegó a ocupar la cátedra de Filosofía Moral desde 1952 hasta su muerte, en 1960. A pesar de que su producción escrita no es muy extensa, la influencia de sus ideas –difundidas en clases, conferencias y seminarios y recogidas por su alumnos en sus obras póstumas de 1962 y 1970– es indiscutible. Su filosofía del lenguaje corriente propugna el uso de un lenguaje llano, es decir, claro y simple, alejado de la jerga altamente especializada e incomprensible que muchos de sus contemporáneos consideraban indispensable para transmitir las ideas filosóficas.

Así lo explicaba el propio Austin en una de sus conferencias:

No tenemos que retroceder muy lejos en la historia de la filosofía para encontrar filósofos dando por sentado, como algo más o menos natural, que la única ocupación interesante de cualquier emisión es ser verdadera o, al menos, falsa. Naturalmente, siempre han sabido que hay otros tipos de cosas que decimos (cosas como imperativos, las expresiones de deseos, exclamaciones), algunas de las cuales han sido incluso clasificadas por los gramáticos […]. Pero, con todo, los filósofos han dado por sentado que las únicas cosas en que están interesados son las emisiones que registran hechos o que describen situaciones con verdad o con falsedad.

J. Austin, Ensayos filosóficos, Madrid, Revista de Occidente, 1970, pp. 217-218

Austin nos muestra el uso el lenguaje como herramienta. Además de aserciones o enunciados declarativos que expresan una realidad susceptible de ser calificada como verdadera o falsa, como “En Toastmasters Sevilla hay oradores brillantes” –sin lugar a dudas, esta es una proposición verdadera–, en todas las lenguas existe una variedad de estructuras con las que llevamos a cabo una acción que va más allá del mero acto de pronunciar tales palabras. Por ejemplo, afirmar en el grupo de WhastApp no oficial de los miembros de Toastmasters Sevilla “Os prometo que en septiembre acudiré a donar sangre” implica la realización de un acto de habla. En este caso se trata de una promesa y el hablante que la formula lleva a cabo la acción de prometer. Por eso constituye lo que Austin denomina un enunciado realizativo.

Otro ejemplo prototípico de enunciado realizativo es “Sí, quiero”, una expresión ritual que, formulada en las circunstancias comunicativas adecuadas, conlleva una serie de efectos legales de los que nuestro compañero Paco Valverde trata de librar a muchos “incautos” –por favor, no me tomen a mal la ironía–. Aunque su trabajo sería muy diferente, por ejemplo, en la India, donde la mera formulación de la palabra “Talaq” tres veces le permite obtener a un hombre –nunca a la mujer– el divorcio.

¿Qué se entiende por “gloria”?

Austin distingue entre acto locutivo, ilocutivo y perlocutivo. El locutivo es el que tiene lugar por el mero hecho de “decir algo”, al emitir una serie de sonidos que constituyen palabras, en una determinada construcción y con un cierto significado. Por ejemplo, resulta muy conocido el diálogo que mantienen en Alicia a través del espejo y lo que encontró allí (1871) la protagonista de esta segunda novela infantil de Lewis Carroll y el huevo antropomórfico Humpty Dumpty –un nombre propio que suele traducirse en las ediciones en español como Tentetieso–:

─[…] ¡Te has cubierto de gloria!
─No sé qué se entiende por “gloria” –dijo Alicia.
Tentetieso sonrió desdeñosamente:
─Naturalmente que no… hasta que yo te lo diga. ¡Significa que es un argumento aplastante en tu contra!
─¡Pero “gloria” no significa ‘argumento aplastante’! –objetó Alicia.
─Cuando yo empleo una palabra –dijo Tentetieso en tono despectivo- significa exactamente lo que yo quiero que signifique: ni más ni menos.
─La cuestión es –dijo Alicia– si puede usted hacer que las palabras signifiquen tantas cosas distintas.
─La cuestión es quién manda –dijo Tentetieso–; nada más.
Alicia se quedó demasiado perpleja para decir nada; así que al cabo de un minuto Tentetieso empezó otra vez: “Algunas tienen su genio…, los verbos sobre todo: son los más orgullosos; con los adjetivos se puede hacer lo que sea, pero con los verbos…; ¡sin embargo, yo puedo manejar todas las palabras!

L. Carroll, Alicia a través del espejo y lo que encontró allí, Madrid, Akal, 2003 [1871], p. 34

El lenguaje como herramienta del orador

Lógicamente, el orador no puede hacer que las palabras signifiquen lo que él desea en un momento dado, a pesar de que a la hora de formular un discurso ostenta el turno de habla y, por tanto, es el que “manda”. Pero el orador brillante sí es capaz de “manejar todas las palabras” para formular actos ilocutivos. Estos son los que se realizan al decir algo (in saying something), o sea, con una determinada finalidad. Por ejemplo, no es lo mismo aconsejar o sugerir, preguntar u ordenar, etc. Cada uno de estos verbos posee una fuerza ilocutiva diferente. Así, con el enunciado “Todos contamos” –que la nueva junta de oficiales de Toastmasters Sevilla ha adoptado como lema– se persigue que todos los socios participen de forma activa en los proyectos del club.
Por último, el acto perlocutivo es el que se realiza por haber dicho algo (by saying something). Estos actos de habla tienen que ver con los efectos que suscita en los demás todo lo que afirmamos. Y es que nuestras palabras pueden provocar un determinado efecto en los sentimientos, pensamientos o acciones de aquellos que las escuchen.

«Dadme la libertad o dadme la muerte»

Un orador brillante es capaz de formular “argumentos aplastantes” –como aquellos a los que hace referencia Tentetieso– y conseguir con ello convencer a su auditorio de que tome parte en un determinado proyecto. Un buen ejemplo de esto lo constituye el discurso pronunciado por Patrick Henry el 23 de marzo de 1775 en la Iglesia de St. John, en Richmond (Virginia), considerado uno de los mejores discursos de la historia. Henry –abogado, dueño de una plantación y político norteamericano– fue uno de los principales instigadores del levantamiento contra los británicos, durante la Convención de Virginia. Sin embargo, las proclamas de Henry en contra del rey Jorge III y a favor de la independencia llevaron a sus conciudadanos a tomar las armas. Hasta el punto de que sus palabras le hicieron merecedor de ser incluido en la nómina de los “padres fundadores” de los Estados Unidos de América.

En Pathways, la plataforma desarrollada por Toastmasters International, se nos proporcionan numerosos consejos sobre oratoria, pero pienso que la lectura y el análisis reflexivo sobre la estructura –algo que no puedo hacer en este post, pues supondría alargarlo en exceso– de los discursos que han logrado trascender el “juicio” de la historia pueden contribuir también a la formación de un orador brillante, por eso no me resisto a reproducir aquí un fragmento del discurso de Henry:

[…] Hemos hecho todo lo que se podía hacer para evitar la tempestad que se aproxima. Hemos formulado peticiones, hemos protestado, hemos suplicado, nos hemos postrado nosotros mismos ante el trono, y hemos implorado su intervención para que pusiera freno a las tiránicas manos del ministerio y del Parlamento. Nuestras peticiones han sido menospreciadas, nuestras protestas han generado más violencia e insultos; nuestras súplicas han sido ignoradas y se nos ha rechazado, con desdén, desde los pies del trono. […] Ya es demasiado tarde para retirarse. ¡No existe retractación sino es en la sumisión y en la esclavitud! ¡Nuestras cadenas se han quebrado! El estrépito de su fractura se escucha en las llanuras de Boston. La guerra es inevitable. Así pues, ¡dejad que venga! Repito, señor, ¡dejad que venga! […] Los caballeros podrán gritar: ¡paz, paz!, pero la paz ya no es posible. […] ¿Es la vida tan preciada, o la paz tan dulce, como para ser comprada al precio de las cadenas y de la esclavitud? ¡Impídelo, oh Dios Todopoderoso! Ignoro cuál es la decisión que otros vayan a tomar, pero en lo que a mí respecta, ¡dadme la libertad o dadme la muerte!

Patrick Henry, “Dadme la libertad o dadme la muerte”, cit. en J. F. Field, Discursos que inspiraron la historia, Madrid, Edaf, 2014, p. 43

En su discurso, Henry hace referencia a varios actos de habla ilocutivos, como formular peticiones, protestas e incluso súplicas dirigidas al monarca británico. Sin embargo, ninguno de estos actos parece lograr el efecto perlocutivo deseado: la independencia de las “tiránicas manos” del ministerio y del Parlamento británicos. Por eso incita a sus conciudadanos a tomar las armas, presentando capciosamente la guerra como una necesidad “inevitable” y recurriendo a la metáfora de la ruptura de las “cadenas”, como símbolo de la supuesta “esclavitud” a la que estaban siendo sometidos.

Cuentan que el discurso de Henry provocó un efecto hipnótico en la audiencia que, nada más concluir su intervención, exclamó: “¡A las armas! ¡A las armas!”; por lo que la Convención de Virginia decidió finalmente movilizar a sus tropas en contra de los británicos. Con sus palabras, Henry no solo consiguió el efecto perlocutivo que perseguía, sino que logró “cubrirse de gloria”, hasta el punto de que el enunciado “Libertad o muerte” se convirtió en el lema de movimientos revolucionarios de todo el mundo.

Por tanto, hacer cosas con las palabras, es decir usar el lenguaje como herramienta, nos puede servir para “cubrirnos de gloria” en los discursos. Y de eso sabemos bastante en Toastmasters Sevilla.

Ana Mancera
Es miembro de Toastmasters Sevilla desde noviembre de 2019.

¡Evalúate! Ganarás tesón y humildad

La oratoria es un arte que cualquier humano debe cultivar. Pero además, la oratoria es un arte que debe ser evaluado. Hablar a los demás nos proyecta, pero ser evaluado, además, nos hace crecer.

La sociedad no valora -ni conoce- al ermitaño, o a quien se aísla de sus congéneres. Necesitamos compartir, comunicarnos. Precisamos levantar esa mano virtual para que nos oigan, comprendan y sepan lo que queremos. En suma, no estamos aquí para oficiar como mudos y sordos, excepto si tenemos la desgracia de no articular palabra o escuchar.

En la Roma y Grecia clásicas hablar en público era aplaudido, si el discurso tenía unos mínimos. Los tribunos subían al atril desmintiendo el origen divino del poder. Reyes, imperios, guerras o la política tienen formas de retórica singulares: órdenes, dogmas, arengas, consignas. Desde antiguo precisamos que nos hablen, que nos convenzan, que nos enseñen….

Hoy por hoy, entrado el siglo XXI, la oratoria con fondo social mutó al marketing, imagen de marca y a esa globalidad que resume en pautas nuestro microcosmos. Su principal intención es adormecer ese espíritu crítico que cualquier ciudadano, no súbdito, debe alojar en su mente. La amenazada libertad vive -encima- convulsiones, patentes con una pandemia de la percibimos un guion turbio: favorece a pocos, contagia a muchos, asusta a todos, engaña a demasiados y se explica fatal

El muro y sus rendijas

Estos días estivales invitan a la reflexión. Es ocasión de sacar ese tesón silente y potencial que tenemos. Las habilidades sociales cuando nos comunicamos vía pantallas deben pulirse. Ese ego que nos dice, a veces frente al espejo, que somos unos fieras queda huérfano. Se intuye un muro que parece infranqueable. Superarlo depende del coraje personal. Ese muro puede esconder escaleras laterales, huecos subterráneos o rendijas por donde saltarlo.

Hoy, con realidades que trasformaron nuestro cotidiano día a día (consecuencias y vacuna ante la pandemia, límites de movilidad, recesión económica,…) nos deben hablar para hablarnos, para conocernos mejor, para crecer. No es un juego de palabras. Comunicarse mediante discursos (improvisados o preparados) sabiendo que los conocerán interlocutores/as que los evalúen es un tesoro. Representa un puntal muy valorable.

Uno de los activos que más aprecio de la esencia pedagógica de Toastmasters es que evalúan al orador, y a quien evalúa. Esos dictámenes iluminan hasta lo más oscuro o desconocido de nuestro estilo comunicativo. El aprendizaje es bidireccional. Se beneficia quien escucha, quien habla, quien evalúa y quien valora a quien evalúa. Me parece acertado destacar lo bueno, detallar lo mejorable y describir la estructura. Esos son ejes que hacen del camino de Toastmasters atractivo, didáctico y enriquecedor.

Años atrás, dando clases o hablando en medios, pensaba que hablar en público era soltar palabras. No constataba la calidad del mensaje y si este era mejorable. Desde que frecuento sesiones de Toastmasters reta hablar en público. La oratoria sería hasta un desafío terapéutico, pues entiendo que nos hace más críticos con nosotros mismos. Más exigentes de la autoestima y factor de crecimiento personal sustantivo. La evaluación del discurso ajeno es un retorno (perdonen por obviar anglicismos como feedback) que endereza nuestras curvas dialécticas, nos enseña, nos hace humildes y cultiva esa oratoria que, repito, cualquier humano debe fomentar

Las rendijas del muro que titula éste párrafo están ahí. Al principio no las vemos. Si te evalúas tras ser evaluado ganas siempre. No se pierde nada. El espejo es cómplice para preparar discursos, pero aloja problemas: ni habla, ni critica, ni aplaude.
La evaluación nos hace pisar el terreno personal con objetividad, nos recuerda que somos humanos. No cracks venidos arriba porque así lo decidimos. Refuerza, además, el orgullo y ese tesón que marca retos para obviar errores. Quien te evalúa también será objeto de otro análisis. Esa no es otra historia. Eso es una cadena de activos para que la oratoria no sea una etiqueta más o menos creíble en cualquier persona.

El ego de hablar

Si vemos la televisión, oímos radio o navegamos por internet nos fijamos en quienes hablan en público. Hay quien explica decisiones del poder u opositores al gobierno, quienes enseñan, los que testimonian algo o quienes simplemente quieren compartir una experiencia o intimidad. Todos delegan parte de su ego hasta llegar a nuestras entendederas. Apreciamos o no lo que percibimos en base a distintos factores.

Esos discursos y lo subliminal no son evaluados por diversas razones. La ‘nota’ de la política toma temperatura en las urnas, las demás en la credibilidad del mensaje o empatía que le demos. Hablar por hablar, permítase la repetición, es banal, vacuo. No interesa a quien debe analizar como librepensador o fortalecer ese espíritu crítico que debemos salvaguardar.
El individualismo que nos hace consumir, crear metas materiales sobre espirituales debe transformarse en humildad. A veces, cuando hablamos y no nos oyen, pero sí percibimos la escucha. Recibir una evaluación sobre lo que hablamos nos enseña, alimenta y nos supera en fallos que sólo ve alguien ajeno a nuestra mente.

La experiencia, ya que en verano reflexionamos sobre el curso anterior, es que Toastmasters tiene un puntal que invito a profundizar. Evaluar discursos es polivalente. Es útil a quien hace el discurso, a quien lo analiza y a quienes tienen la ocasión de disfrutarlo.

Por todo ello, estimados lectores y lectoras, la oratoria es un arte que debe ser evaluado. Aprendamos de otros y otras para ser enseñados. ¡Evalúate! Sumarás vida y te sentirás mejor.

Juan Carlos Arias
Es miembro de Toastmasters Sevilla desde septiembre de 2019